Desilusiones Cinematográficas

Todavía recuerdo aquellos tiempos en los que, puede que por mi reducida edad, iba al cine con ilusión. Esta ilusión se debía a que estaba seguro de que, lo que mis ojos iban a ver, era una historia creible y sorprendente.

Desgraciadamente esto ya no es así, ahora me dirijo al cine con más esperanza que ilusión. Esperanza de que mis ojos y cerebro no se fundan por una sobrecarga de imágenes y tramas claramente insultantes para mi inteligencia.

Antes, no hace tanto, uno tenía cierta garantía de la calidad de la película que iba a visualizar. Esto se debia a la presencia, en los títulos de crédito, del nombre de un director o un productor consagrado o, simplemente, porque la película en cuestión formaba parte de una estupenda saga.

Un claro ejemplo de que esto ya no es así, es la última entrega del siempre (o hasta ahora) divertido Indiana Jones. Tenía todos los ingredientes que hacen que uno vaya al cine sin "miedo", pero fue una trampa mortal hábilmente urdida por el últimamente "odiado" George Lucas. Aún tengo la esperanza de que salga ante los medios para decirnos que todo se trata de una broma y que en breve se estrenará la verdadera cuarta entrega de Indiana Jones.

Para mi desgracia, pagué inocentemente mi entrada de cine como una gacela que pasea despreocupada por el campo, mientras el tigre la observa camuflado en la sabana. El ataque me pilló de improviso, por tanto, no fui realmente consciente del cúmulo de despropósitos que acababa de ver, hasta que empecé a tener alucinaciones en las que George Lucas se partía de risa, acariciando un gato y mirando como yo veía su "película" en la sala de cine.

Por todo lo dicho os animo a que vayáis al cine para que ayudéis con vuestra aportación económica a pagarle al amigo "Georgy" el tratamiento psiquiátrico que tanto necesita.